Rafael Montañés baila electro dance con unos amigos. Escuchemos qué nos tienen que decir. Como las demás manifestaciones artísticas el baile, sea cual sea su peculiaridad o categoría, es esencialmente un medio de comunicación.
Desde el punto de vista de un confeso arrítmico, los bailarines expresan ideas, emociones y sentimientos a través de diversos movimientos.
De este modo, este baile, sea más o menos moderno, más o menos tecno, más o menos urbano o sectorial, no es más que una manifestación artística que se expresa a través de movimientos corporales, pasos y desplazamientos que hacen de esta actividad el arte del movimiento.
Si un grupo de jóvenes encuentra el valor para ponerse a bailar, si encuentran en la danza un canal de expresión de emociones, sentimientos y creatividad que coadyuve a desarrollar armónicamente sus facultades como ser humano, pues qué más podemos pedir.
Reitero que soy un neófito en estos menesteres, y que visto desde fuera, creo que lo importante de estas actividades es que el individuo desarrolle su capacidad creativa: sensibilidad, emotividad, interpretación e imaginación, así como, ¿porqué no? el pensamiento racional, que conlleva a la objetividad, análisis, capacidad crítica y claridad expresiva.
Porque, nos guste más o menos, éste, como todos los bailes, es un arte, es un acto de sinceridad, es un impulso, una satisfacción, un acto de entrega, es una catarsis entre el yo soy, yo estoy, y el mundo que me rodea.
Además, danzar es un acto compartido, y compartir es ser, en los otros, un nosotros, porque bailar es, compartir la vida bailando o viendo bailar (que es mi caso).
De manera que cuando veo estos modernos bailes, veo (entiéndaseme bien, no analizo la complejidad de los movimientos), veo, decía un acto sencillo, orgánico y auténtico en tanto que es sincero. Y un acto sincero, auténtico, es orgánicamente puro, original, genuino, y lo genuino es natural.
Por lo tanto, el baile es natural, sin distinción de sexo, edad, raza o religión, emana de un impulso vital que fortalece la presencia de esa juventud, afirma el yo y proporciona armonía y satisfacción al espíritu.
Así, bailar para estos chicos es ir más allá de las palabras, es hablar con el cuerpo, vibrar, sentir, amar y vivir, ya que el lenguaje del cuerpo es infinito, como infinita es la capacidad de la mente y el espíritu para expresarse a través de los movimientos del mismo.
No olvido que este baile, como otras expresiones creativas, también debe poseer una disciplina, lo cual significa un orden de cosas, un enfoque, un método de trabajo, una educación del cuerpo que provoque, un desarrollo técnico para ampliar la capacidad de movimiento y expresión.
Pero, permitidme terminar con una frase de Sir Simon Rattle, director de la Filarmónica de Berlín: “La música no es un lujo, es una necesidad, como el aire que respiramos, como el agua que bebemos”.
Joan Feliu